La metáfora central de esta pieza se logra gracias a un contraste matérico en el que la frialdad percibida de la obsidiana y el espejo dialogan con la calidez de la madera que los une. La leve irrupción de la obsidiana sobre el espejo impide identificar la totalidad de la forma del espejo, recordando al observador los eclipses parciales, cuando ningún espectador en la Tierra puede encontrarse en el lugar adecuado para percibir un bloque total de luz solar.