Cultura y naturaleza sostienen en el diseño japonés una relación complementaria, incluso homóloga. Hotai, el nombre de esta lámpara, significa precisamente “complemento”, una estructura donde tres elementos (madera, cuarzo y luz) coinciden para crear una forma incompleta y sin embargo estéticamente placentera. El principio del fukinsei, o desequilibrio, alude a la ausencia de simetría en el mundo natural, donde no existiría la absoluta precisión formal que cada elemento tiene, sea la curvatura de la madera, la esfera mineral, o la proyección artificial de la luz.
Es a través del diseño que se tiende un puente entre la acción deliberada e ideal de la cultura y la acción azarosa, desigual de la naturaleza. Este complemento constituye un circuito entre ambas: la esfera (cuyo interior es, no obstante, totalmente desequilibrado) es seguida por la curva de la madera (cuya circularidad queda incompleta) y finalmente por un foco cuya iluminación vuelve a la esfera. Sin embargo, el dominio y rectitud de los rayos de luz es negada por el interior del cuarzo, el cual los refracta, fragmentando su dirección de formas imprevistas e incontrolables.
Así mismo, la manipulación de la madera sigue una técnica tradicional llamada yakisugi, en la cual la madera se quema para hacerla más resistente, destacando sus vetas naturales. La relación naturaleza-cultura, por tanto, se revela complementaria, donde la acción del ser humano resalta la de la naturaleza, sea en los patrones de la madera o del mineral, y donde la acción natural resalta la belleza de la manipulación de los materiales por el ser humano.